VIERNES 7 de MARZO del 2003. -MAHLER- -ESCAPANDO DEL CAOS-

Posted by Carlos Rojano | Posted in | Posted on 22:32

Hoy no fue tan dramático como el de ayer, creo que hasta cierto punto fue mágico. Recuerdo que me encontraba fuera de una sala de conciertos, aun no he visto ninguna que se le parezca pues el vestíbulo era gigantesco como si fuese un palacio con pilares delgados y techos altos, con una decoración fuera de lo común pero austera y sencilla, con pisos y paredes de mármol en tonos ocre y beige obscuro dándole un aspecto antiguo y formal, elegante y delicado. Recuerdo que ese vestíbulo tenia forma en herradura, como el Conservatorio pero mas, mucho mas grande con bancas de iglesia a manera de sala de estar y había un cantidad de gente fuera, en el vestíbulo como unas dos mil personas que no se notaba que fuera tal cantidad por el tamaño del lugar. Yo, que me encontraba a lo lejos podría decir que veía unas cien o doscientas personas. Esperaba sentado en una de las bancas, no recuerdo que hubiera lámparas colgadas pero había una luz muy especial como si fuera la de antorchas colgadas en cada pilar, esa luz de tono amarillo ámbar y un poco anaranjado con una mezcla de luz como el de un día nublado, penetrando por pequeñas rendijas y dándole al vestíbulo un aspecto un tanto frio y poco tétrico.

  Se suponía, entraríamos a un concierto de una Sinfonía de Mahler, la segunda. Yo me preguntaba que qué hacia la gente parada frente a las puertas de la sala en lugar de hacer filas y otras tantas como si estuvieran dando un paseo por la calle. De pronto volteo a mi lado derecho con una sonrisa de emoción por estar asistiendo a escuchar y sentir una de las de Mahler, ya que no es comúnmente ejecutado y veo a Fernando Menéndez, compañero y cantante del Conser… lo saludo y no me había dado cuenta que venía tan ebrio que los ojos se le salían de órbita. Con gracia recuerdo haberle dicho y reclamado unas óperas que le preste hace 2 años y que no sé cuando regresaran, bueno, tengo en garantía 2 compactos y una ópera de él. – Fernando, ¿Cuándo me vas a traer mis óperas que te presté? – dije - ¿Cuáles? – contestó balbuceando y como si no supiera de que le hablaba, y yo, - ¡¡No te hagas!! - , en ese momento no sabía porque no entrabamos a la sala y porque la gente no se quitaba de las puertas. Hasta después recordé que no habíamos alcanzado boletos y seria que la gente en las puertas ¿trataba de escuchar lo que acontecía dentro de la sala?. En ese instante que estaba con Fernando solo lo miraba con ojos de –pobre Fer… que mal se ve – después solo dije – Nos vemos, que estés bien - . Entonces me levanté y me dirigí a las puertas junto con toda la gente. Esas puertas eran de madera muy gruesa, color café obscuro y eran enormes, de alto como de 6 metros y de ancho unos 4 o 5 metros. Yo ya me encontraba un tanto decepcionado por no haber llegado mas temprano y conseguir un boleto. No se escuchaba nada hacia afuera, pero tampoco había tanto ruido como para no poder escuchar lo que pasaba adentro de la sala. De repente, no sé como seria la emoción dentro de la sala que las puertas fueron abiertas exactamente en la parte coral de la sinfonía y puedo observas la orquesta en el fondo, muy grande, y las butacas repletas, ni una sola vacía y la apariencia era como un gran estadio en forma de sala de conciertos, para una idea mas clara como el auditorio Silvestre Revueltas del Conservatorio pero más profundo como si fueran cien filas de butacas y solo la parte de en medio tuviera unas 75 butacas sin contar las de las orillas, que tal vez cada una tuviera la mitad de las butacas en cada fila, obviamente, solo las 75 eran de la primera fila y como es muy común que hacia atrás del auditorio se vayan agregando mas butacas entre mas atrás sea.
  
   Pude ver que todos quedamos conmovidos al escuchar los trémolos fortísimos que sonaban en el momento. Cuando se abrían las puertas, la gente muy ordenada retrocedió ante la acción y yo que aún me encontraba lejos, fui acercándome y me tiré al suelo, de ese mármol tan lizo y frío, boca abajo con las manos en la cara como si fuese un niño, bueno, comparado con aquellos sonidos que brotaban de la sala si me sentía un niño; Pero aunque yo sabía que era la Segunda Sinfonía no sonaba a la Segunda pero si sonaba a Mahler. Sonaba como si fuese una gran ópera y aparte de eso cuando volteé hacia atrás pude ver a bailarines como los de un ballet en el vestíbulo y regados por todos lados y no solo era el concierto dentro sino para todos los que nos habíamos quedado fuera, también el espectáculo estaba fuera de la sala.

   En ese momento, yo junto a las puertas embelesado, apareció mi madre que me dijo –vámonos- -ahorita, ya mero- contesté, solo esperé a la gran cadencia del final donde las voces, violines y maderas se encuentran en los agudos y fue en donde rompí en llanto de tal emoción pues se escuchaba demasiado celestial e increíble. Me dí la vuelta y desperté.


Volví a quedarme dormido, creo haber visto la hora 9:30 – 9:40 am. Me encuentro en una especie de periférico en un despoblado, viendo de frente como valdios y pequeños montes. Al fondo izquierdo una especie de construcciones en obra negra es de noche como 7-8pm hay bastantes coches pero en donde yo me encuentro es casi el inicio, al lado derecho no se puede ver el camino, es mas no existe pero de ahí vienen los autos.
   Me encuentro cerca de una coladera que debo destapar, hay señalamientos de esos conos rojos que se usan para desviar, veo un auto, el mas cercano y próximo a mí y veo a las personas indiferentes y en eso pienso: -sería muy fácil romperles los vidrios- y en eso procedo a destapar la coladera y puedo ver en el interior las dimensiones. Son como las de una cisterna y no comúnmente en forma de tubo y el canal al fondo. En ella flotando despojos como botellas de plástico, en fin, vil basura y yo pensando en porque no yo no olía -a que ha de oler esto-; Los autos siguen avanzando lento pero fluido veo en el interior de un auto No.2 a una mujer al volante con dos niños, de pronto un auto a toda velocidad pasando entre todos los autos del tránsito lento y casi llevándome de corbata y estrellándose con el auto No.2. De mí salen las palabras -¡Ora hijo de la chingada! ¿Qué no ves que estoy aquí?- y vuelve todo a la calma con el ir lento de los autos en movimiento y el auto a toda velocidad olvidándolo por completo, como cual luz apagándose lentamente y dejando un haz. Algunos carrillos detenidos, otros avanzando lento y viceversa, cuando de pronto, de uno de los cerros cercanos al fondo donde veía las construcciones en obra negra, una explosión como la de un volcán y al mismo tiempo como la de una bomba subiendo hacia el cielo el fuego y una nube piroclástica dirigiéndose a nosotros.
   La mujer del auto No.2 sale, y yo tomando a uno de los niños, corremos desesperadamente hacia lo que daba a mis espaldas, un bosque repleto de árboles y un sendero como el de una carretera de 2 carriles, ida y venida, y con el aliento ahogado las palabras – ¡No Por favor! - ¡No Por favor!-. El sendero es de bajada y corriendo tan rápido por el, entre curvas… estamos en bicicletas, los árboles pasan tan rápido ante nuestros ojos y hay ahora una luz mas clara, como luz nublada y obscura… hay barrancas. Llegamos a un cruzamiento en donde sale una camioneta negra y estamos detrás de ella. En el siguiente parpadeo puedo ver que nos acercamos lentamente hasta la espalda del conductor que la maneja como si estuviésemos atravesando toda la camioneta y los asientos y ya no habiendo camioneta podía verlo como si viniera con nosotros en las bicicletas y que a la vez tampoco íbamos mas en ellas, simplemente flotando y muy rápido.
   Nos aproximamos a una caseta de cobro, yo ya no siento ni veo que venga alguien mas, únicamente el tipo de la espalda y yo detrás de él. Nos precipitamos hacia el lado derecho abriéndose automáticamente la pluma que permite que no pasen los autos y casi bajándose cuando yo estoy pasando, agacho bruscamente la cabeza. Nos seguimos enfilando hacia el lado derecho volviendo a pasar otro par de casetas y exactamente vuelve a pasar lo mismo y a una velocidad tremenda solo que ahora después de la pluma hay unas escaleras y nos encontramos bajándolas hacia una puerta de metal blanca de un aspecto moderno (como la de un estacionamiento) con cuadros en relieve y medio abierta, atrás de ella hay una luz.

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